Sri
Lanka sufrió este domingo el ataque más devastador desde que en 2009
terminó una guerra
civil de casi tres décadas. Una sucesión de explosiones en iglesias
cristianas y hoteles de lujo de la capital de la pequeña isla del Índico,
Colombo, y otras dos localidades, causó una matanza con al menos 290 muertos,
decenas de ellos extranjeros, y dejó más de 500 heridos. El Gobierno, que había recibido un aviso del
jefe de la Policía sobre posibles atentados contra iglesias 10 días antes,
anunció 13 detenciones y apuntó a extremistas religiosos como autores de la
matanza. Varios de los ataques los perpetraron terroristas suicidas.
Ningún grupo se atribuyó la autoría
El
Ejecutivo convocó un gabinete de seguridad nacional y el presidente,
Maithripala Sirisena, anunció una investigación exhaustiva de los atentados,
mientras se sucedían las condenas a la barbarie en todo el mundo. El Gobierno
encabezado por el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, reconoció que recibió
alertas previas sobre posibles atentados, pero no quedó claro si se adoptaron precauciones.
El jefe de la policía de Sri Lanka, Pujuth Acoyundara, alertó hace 10 días en
una nota a altos mandos de la seguridad del Estado de que el grupo musulmán
radical National Thowheed Jamath planeaba ataques suicidas contra “iglesias
importantes así como la Embajada india en Colombo”, según un
documento tuiteado este domingo por el ministro de Transportes,
Harin Fernando
Trece
personas fueron detenidas, según la policía. Los investigadores intentan
aclarar si hay posibles “vínculos con el extranjero”, afirmó Wickremesinghe en
un mensaje en televisión. Aunque ningún grupo se atribuyó la autoría de los
ataques en cadena, el ministro de Defensa, Ruwan Wijewardene, habló poco antes
de “extremistas religiosos” sin precisar más
Las
explosiones se registraron a primera hora de la mañana (hora local) y
originaron un baño de sangre en tres iglesias cristianas —dos católicas y una
evangélica—, donde centenares de fieles celebraban el Domingo de Pascua, y en
varios establecimientos hoteleros. Una de las deflagraciones se registró en la
iglesia de San Antonio de Colombo; otra en la iglesia de San Sebastián de
Negombo, al norte de la capital, y una tercera en un templo de Batticaloa, en
el este de la isla. También sufrieron fuertes explosiones tres hoteles de lujo
de la capital —Cinnamon Grand, el Kingsbury y el Shangri-La— y un hostal. Las
víctimas mortales, al menos 290, eran de una decena de nacionalidades.Tomado de El País: Hay Más.-
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