¿Qué Juan Manuel no tiene química con las clases populares?
Para demostrar que esa afirmación es falsa, nuestro Presidente ha decidido
hacer un verdadero gobierno de inmersión que lo ha llevado a vivir por minutos,
horas o segundos situaciones que la mayoría de colombianos experimentamos a
diario y por tiempos que a veces parecen una eternidad.
Como si se tratara del protagonista una de las famosas
crónicas de la revista Soho, nuestro Juan Manuel ha puesto su mejor cara de
“pobre” y ha experimentado aventuras tan díscolas como jugar billar, montar en
Transmilenio o conducir un microbus. Si eso no es roce social, pensará él, ¿qué
más podría serlo?
Ahora que la campaña ha echado a andar la locomotora de la
reelección y que Santos anda buscando votos en todos los sectores de la
población, La Butaca ha seleccionado algunas de esas incursiones presidenciales
en el “otro mundo”, las cuales al final no podemos determinar qué efecto causan
entre los potenciales votantes.
El “yotoco” de TransMilenio al fin pasó por la figura
presidencial. Este 26 de marzo, Juan Manuel decidió interpretar a uno de los
sufridos usuarios del sistema de transporte masivo de Bogotá. Luego de la
experiencia, Santos comprobó lo que los viajeros frecuentes han repetido
millones de veces: hay hacinamiento y problemas de seguridad.
Tras este descubrimiento, Juan Manuel anunció que habían
destinado 300 policías más para cuidar las estaciones y le echó algunas
indirectas a su ahora contendor Enrique Peñalosa, quien en su antiguo papel de
Alcalde de Bogotá implementó el sistema. Así terminó esta nueva aventura
presidencial que arrancó en una estación en San Victorino y terminó en la
explicación de que su palomita en transporte urbano nunca fue un acto de
campaña.
La Silla Vacía
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