Wálter Patricio Arizala Vernaza, alias Guacho, fue hasta el pasado 21 de diciembre el hombre más buscado por Colombia y Ecuador. No era para
menos. Las autoridades lo señalaban de ser el principal responsable del narcotráfico
en la frontera entre ambos países, manejaba dos laboratorios de coca capaces de
producir más de 10 toneladas al mes, era considerado ficha clave para los
mexicanos del cartel de Sinaloa e ingresaba armas al país desde Ecuador y desde
Centroamérica. En resumen, era visto como una
seria amenaza para la seguridad y el orden público de las dos naciones.
“Podemos confirmar que alias Guacho cayó
en una operación”, dijo el viernes en la noche el presidente Iván Duque, quien
agregó: “No vamos a dar un paso atrás en la convicción
de defender la legalidad, la vida y la honra de los colombianos”.
Rodeado por el ministro de Defensa, Guillermo Botero, y por el fiscal general,
Néstor Humberto Martínez, Duque expresó que le había asegurado al pueblo
ecuatoriano que el asesinato del equipo de periodistas de El Comercio -hecho
cometido por Guacho y sus hombres en marzo del año en curso- “no quedaría en la
impunidad”. Con Guacho muerto,
sin embargo, difícilmente podrán sus víctimas obtener justicia. Mucho menos la verdad que anhelaban.
“En desarrollo de la operación conjunta David de las Fuerzas Militares,
coordinada por la Policía Nacional y con apoyo de la Fiscalía General de la
Nación, tropas del Comando Conjunto de Operaciones Especiales llegaron hasta el
lugar donde se ocultaba alias Guacho, donde se presentó un
combate que dejó como resultado su muerte y la de uno de sus hombres de
confianza”, señaló el Ministerio de Defensa. “Gracias a
información de inteligencia y el despliegue estratégico de las tropas en la
vereda Azúcar- Piedra Fina, del municipio de Tumaco (Nariño), se logró la
localización de alias Guacho, dando
fin a 11 años de carrera criminal”.
Su vida en la guerra comenzó a los 15 años. Ingresó a la columna móvil
Daniel Aldana de las Farc, que estuvo bajo el mando de alias Óliver. Aunque fue
un guerrillero raso durante años, se especializó en armar y colocar explosivos.
Sus jefes se percataron de que el muchacho de origen ecuatoriano tenía una
especial habilidad para los números. Fue así como lo promovieron y Arizala
Vernaza pasó a controlar los movimientos financieros de la columna móvil. Su
compromiso con la extinta guerrilla era tan sólido, que cuando se empezó a
hablar de una desmovilización para acabar el conflicto, Guacho se separó de lo que durante 10 años fue
su vida.
Abandonó las filas de las Farc que estaban ya en camino a las zonas
veredales y regresó a la zona que tan bien conocía. Quienes lo siguieron lo
reconocieron como el líder de las disidencias. Su objetivo era claro: retomar
los corredores claves entre Colombia y Ecuador, consolidar sus contactos con
narcos mexicanos y seguir siendo el terror en la frontera. No lo tuvo difícil.
Fuentes de inteligencia de la Fiscalía le contaron a El Espectador que
tras su salida de la exguerrilla se dedicó a reclutar hombres y
comprar armamento de origen ecuatoriano. Tomado de "El Espectador" Hay Más.-
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