Con la presencia de su
presidente Emmanuel Macron en el estadio Luzhniki de Moscú
donde
se jugó el partido final, los jugadores franceses se alzaron con la copa del
mundial de futbol, FIFA 2018, que los consagra en su segunda oportunidad en
obtener este galardón.
El onceno Francés marco sus
goles atreves de Mandzukic a los 18 minutos del partido, mientras que
Griezmann, Pogba, Mbpe lo hacían a los
38, 59, y 65 respectivamente. Por Croacia Perisic y Valtreni, a los 28 y 69 minutos del partido.
Los franceses se mostraron
dominantes a lo largo de todo el partido, mientras croatas dieron la talla,
pero mostraron fatiga, cansancio y desconcierto después de las dos primeras
anotaciones, no sin antes de decir que estuvieron reanimados cuando lograron
empatar a un gol.
Venció Francia, que fue lo
único que hizo en la gran final: ganar. La gloria, para Croacia, que hizo todo
lo contrario a su adversario, jugar hasta que acabó reventada por el infortunio
arbitral y un par de relámpagos de Mbappé en el segundo
tiempo. Los éxitos no siempre son hijos del mejor fútbol, si se tiene por tal
quien más amenaza en el área rival, quien mejor transita con la pelota y quien
más bloquea el rancho de su portería. En todo fue superior la milagrosa
selección croata durante gran parte del reto. Solo vencida tras las
casualidades que le hicieron ir a rebufo de la bicampeona Francia.
Otra Francia
mestiza como la de 1998. Y de nuevo como un himno a la integración.
Croacia, con el corazón por bandera, quedó para la eternidad en el olimpo del
fútbol. Hay subcampeones tan célebres como inolvidables. Aquella Hungría de
Ferenc Puskas de 1954, aquella Holanda de Johan Cruyff de 1974. Y esta Croacia
de Modric —etiquetado con justicia como mejor jugador del torneo—. Un cuadro balcánico
llegado a la final de Moscú tras alistarse a última hora en una repesca con
Grecia, pasar por tres prórrogas y dos tandas de penaltis. Marciano para un
equipo con un caladero limitado a cuatro millones de habitantes. Croacia, ante
una proeza tan alpina con unos reclutas con una edad media tres años superior a
la de los franceses. Con todo, nadie disputó más minutos y rodó tantos
kilómetros como estos croatas decididos a proclamar la heroicidad del débil.
La final no fue una excepción.
Francia, que por algo no alistó a Rabiot y Payet, irrumpió en territorio ruso
dispuesta a imponer su exuberancia atlética. Así fue de principio a fin. Con
Griezmann como violinista, en esta selección predominaron las trompetas de un
grupo de muy notables boinas verdes. De paso, el equipo de Didier Deschamps —tercero
en ganar la Copa como jugador y entrenador tras Franz Beckenbauer y Mario
Zagallo— explotó como nadie la pauta del torneo: seis de sus últimos nueve
goles en Rusia se originaron con el balón detenido. Foto: Clarín.com, Hay más.-
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